Hay películas que van mas allá de lo que son "en si" como obra artística, que suman a su valor propio, el constituir símbolo o representación de algo que las trasciende.
Es el caso, creo, de Cinema Paradiso de G. Tornatore, el filme en si no es una obra maestra en todo el sentido del termino, mas bien estamos frente a un melodrama de muy correcta factura, apoyada en un guión que echando mano a todos los elementos constitutivos del genero, sostiene una historia de profundo contenido humano.
El "plus" de la cinta radica a mi parecer en el universo que la contiene: El Cine. Para todos los cinéfilos es imposible escapar a la emoción que nos despierta el ver una historia como la de Alfredo ( P. Noiret ) que casi sin querer guia al pequeño Toto ( S. Cascio ) hacia este "mundo paralelo" que son las películas, y que tanto han significado para quienes las vemos como manifestación superior de la mente y el espíritu humanos.
Para Toto las películas van siendo una escuela de vida, de donde saca lecciones dulces y amargas que marcan su crecimiento, para Alfredo los filmes son un lugar donde se refugia y vive lejos de una existencia real monótona y solitaria, los personajes de la pantalla son su compañía que amortiguan las caídas del diario vivir.
Todo esto es absorbido por Toto, quien ya de adulto ( J. Perrin ) deviene en una suerte de síntesis Alfredo-Toto niño, casi como en una ecuación dialéctica, el Toto adulto, un ser exitoso, adinerado y solitario se re-encuentra con su "vida real" al acudir al entierro de Alfredo quien le ha dejado parte de este universo paralelo de los filmes, como una herencia que va mucho mas allá de algo tazable monetariamente, es difícil para quienes amamos el séptimo arte, ver la escena final sin un "nudo en la garganta" ya que ahí se da cita esa cualidad que va más allá de las palabras ( la escena es literalmente muda ) y que nos confirma el poder que tiene sobre el espíritu y la mente esta expresión artística que sintetiza los sueños, las fantasías y las esperanzas del genero humano.
José Luis A.
Es el caso, creo, de Cinema Paradiso de G. Tornatore, el filme en si no es una obra maestra en todo el sentido del termino, mas bien estamos frente a un melodrama de muy correcta factura, apoyada en un guión que echando mano a todos los elementos constitutivos del genero, sostiene una historia de profundo contenido humano.
El "plus" de la cinta radica a mi parecer en el universo que la contiene: El Cine. Para todos los cinéfilos es imposible escapar a la emoción que nos despierta el ver una historia como la de Alfredo ( P. Noiret ) que casi sin querer guia al pequeño Toto ( S. Cascio ) hacia este "mundo paralelo" que son las películas, y que tanto han significado para quienes las vemos como manifestación superior de la mente y el espíritu humanos.
Para Toto las películas van siendo una escuela de vida, de donde saca lecciones dulces y amargas que marcan su crecimiento, para Alfredo los filmes son un lugar donde se refugia y vive lejos de una existencia real monótona y solitaria, los personajes de la pantalla son su compañía que amortiguan las caídas del diario vivir.
Todo esto es absorbido por Toto, quien ya de adulto ( J. Perrin ) deviene en una suerte de síntesis Alfredo-Toto niño, casi como en una ecuación dialéctica, el Toto adulto, un ser exitoso, adinerado y solitario se re-encuentra con su "vida real" al acudir al entierro de Alfredo quien le ha dejado parte de este universo paralelo de los filmes, como una herencia que va mucho mas allá de algo tazable monetariamente, es difícil para quienes amamos el séptimo arte, ver la escena final sin un "nudo en la garganta" ya que ahí se da cita esa cualidad que va más allá de las palabras ( la escena es literalmente muda ) y que nos confirma el poder que tiene sobre el espíritu y la mente esta expresión artística que sintetiza los sueños, las fantasías y las esperanzas del genero humano.
José Luis A.
1 comentario:
Esta es una de las secuencias cinematográficas que más me han impactado..! Muy bueno tu blog.
Saludos
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