domingo, 20 de abril de 2008

En las fauces de la locura


Este es el título de un cuento de lovecraft pero resume muy bien a mi parecer el sentido último del filme "Rescue Down" del maestro Werner Herzog. Nos remonta a los inicios de la guerra de Vietnám, donde una misión de rutina termina en un viaje al infierno con algún paralelo a esa monumental película llamada "Apocalipsis Ahora", tambien ahi había un viaje al corazón de las tinieblas, al decir de Conrad, de donde Coppola toma inspiración.

En esta opornunidad Herzog se vale de un relato verídico para adentrarse una vez más, y sólo como el sabe hacerlo, en el proceso de enajenación de la mente humana frente a una "misión" impuesta o autoimpuesta e inmerso en una naturaleza que juega con el hombre como una más de las infimas criaturas que la pueblan.

El protagonista cae prisionero de las fuerzas vietnamitas y va a dar a una prisión en medio de la selva habitada por uno de los más lucidos, y angustiantes en su demencia, grupos humanos. Seres inmersos en un proto-conflicto bélico que sin embargo ya acusan los efectos de un encierro prolongado y de una rutina que no hace más que degradar su condición humana.

De ahí en adelante el filme es un estudio del proceso de negación de la condición de prisionero y de la elaboración de una táctica de escape del infierno "verde", en donde cada naturaleza obra según su estado de daño mental o fortaleza espiritual, el ser humano enfrentado a un transe de ese tipo, o se hunde en la locura o flota en la fortaleza de su espíritu para seguir adelante, de estas posibilidades vemos ejemplos abismantes en ese grupo de seres antes mensionado, y Herzog nos muestra una vez más hasta donde es capaz de llegar un hombre tras su propósito, ya sea queriendo construir un teatro de ópera ( Fitzcarraldo), persiguiendo El Dorado ( Aguirre, la ira de Dios ) o escapando hacia la libertad y la salvación ( Rescue Down ).

Otra gran muestra del poder de las imagenes tras la lente de Herzog y de la poderosa configuración de sus personajes cuando enfrentan situaciones límites, como si ellos fueran parte integral de esa naturaleza que los desafía, como si fueran una fuerza más de la naturaleza en lucha con ella misma.

Más que un filme bélico, un estudio de la condicíon del hombre puesto a prueba consigo mismo y con las condiciones que el mismo genera, la guerra no es una importación del espacio exterior, y de como maneja esas situaciones límites, las más de las veces dejando la cordura como un bien escaso dentro de nuestra especie.


José Luis A.

jueves, 17 de abril de 2008

La película más hermosa


Fue un invierno a finales de los setenta, tendría 14 o 15 años, fuí al cine sin un programa determinado, a ver lo que me "tincara", pase frente al ex cine Toesca ( huerfanos casi teatinos ) se proyectaba "Los Paraguas de Cherburgo", entré en la sala ya oscura y no se veía casi público, me sorprendió antes que nada que fuese una cinta enteramente cantada como una ópera no como un musical americano en los que se habla y canta.

Me cautivó de inmediato la melodía y su tristeza dolorosa y melancólica, sentí empatía con una historia de amor tan esencialmente romántica, de un amor sufrido que más nos emociona al ser llevado por una partitura de lacerante belleza, un amor con ese componente trágico de toda gran história de amor, un amor con esa cuota de imposible o de "lo que no fue", un amor que trae alegría al comienzo y mucho dolor después para cerrar con un olvido (que no es tal) y una vida que sabemos fue menos feliz de lo que podría haber sido si todo hubiese salido como queriamos.

La he vuelto a ver infinidad de veces y siempre me emociona como esa primera vez en que salí del cine con la sensación de haber visto la más bella história de amor.


lunes, 14 de abril de 2008

Paginas Escogidas.


...Estúpidos cerdos, aullé levantándome, ensuciais el espíritu mismo del amor.

La calle estaba vacía. No había más que la luna que continuaba sus murmullos de agua.

¿Cuál es la mejor bagatela, cúal es la alhaja más bella, cuál es la almendra más jugosa?

Ante esta visión me sonrreí.

No es el diablo, ya lo vez, me dijo ella.

Y no, no era el diablo, mi criadita estaba en mis brazos.

-Hace tanto, pero tanto, me dijo, que te deseaba.

Y fue el puente de la gran noche. La luna volvió a treparse al cielo, Hoffmann se soterró en su cueva, todos los fondistas recuperaron su lugar, ya no había más que el amor: Eloisa con abrigo, Abelardo con tiara, Cleopatra con áspide, todas las lenguas de la sombra, todas las estrellas de la locura.

Fue el amor como mar, como el pecado, como la vida, como la muerte.

El amor bajo las arcadas, el amor en el estanque, el amor en un lecho, el amor como la yedra, el amor como macareo.

El amor grande como los cuentos, el amor como la pintura, el amor como todo lo que es.

Y todo eso en una mujer tan pequeña, en un corazón tan momificado, en un pensamiento tan restringido, pero el mío pensaba por dos.

Del fondo de una ebriedad insondable, el pintor sobrecogido de vértigo se desesperaba súbitamente. Pero la noche estaba bellísima. Todos los estudiantes regresaron a sus habitaciones, el pintor recobró sus cipreces. A mi pensamiento lo llenó poco a poco una luz de fin de mundo. Y pronto no hubo más que una inmensa montaña de hielo sobre la que colgaba una cabellera rubia.


Antonin Artaud, un fragmento de "La vidriera de Amor".


José Luis A.