Esta aria es la que canta Isolda ante el cuerpo sin vida de tristán en la abismal opera de Richard Wagner, cada vez que la oigo es como si emprendiera un viaje ( similar cosa me ocurre con las sinfonías de Mahler ) hacia un punto distante en el espacio, ya que se suceden ante mi sensaciones similares al vértigo que se experimenta al constatar que nos encontramos a gran altura en algun lugar.
Hace varios años realizando un viaje desde Calama hacia Antofagasta en la noche, detuvimos el vehiculo en un sector de oscuridad absoluta para admirar el cielo nocturno en el desierto, es una imagen indescriptible por su belleza e inmensidad, la infinitud retratada ante nuestros ojos, un abismo de luz, de colores y formas como no hay otro, podriamos "perdernos" en esa contemplación sin tiempo descubriendo sin cesar formas y tonalidades, literalmente de otro mundo.
Me tendí boca arriba mirando el cielo y sin percibirlo me fui "metiendo" en el firmamento, con una suerte de vértigo empeze a "irme" hacia arriba y a sentir corporalmente la sensación de estar en una tierra relativamente firme, ya que vagamos de alguna forma en un espacio inconmensurable, no volví a tener esa "sensación física" de viaje virtual hasta que escuche el aria que mensiono, y me sucede cada vez que la oigo.
Ha de suceder a muchos, creo es una virtud de la gran musica y de quienes la disfrutamos y apreciamos, hay en sus acordes un algo hipnótico que me saca del "aquí" y me lleva hacia su territorio, esa cualidad del cielo nocturno en el norte, esa cualidad de esta música que costituye en si un universo paralelo lleno de luz y sonidos en donde muy en el fondo nos encontramos con lo que en realidad somos: polvo de estrellas.
José Luis A.
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